Del 18 al 20 de Febrero de 2021 El año 2020 que queda atrás ha sido uno de los más catastróficos a nivel social y económico desde hace décadas. Mientras la sobreinformación sobre el coronavirus inundaba redes sociales y medios de comunicación, en el medio…
Gonzalo Tena nos cuenta cómo fue su visita al Museo de las Masías y de la Memoria Rural de Mas Blanco. En el calendario el verano se acaba. Rally individual prudente para llegar allí a tiempo, por no haber salido antes. ¿Dónde está San Agustín?…
La asociación Recartografías acudió por segundo año consecutivo a la convocatoria de la Plataforma Rural Mineras de Teruel a celebrar el Día Mundial del Orgullo Rural el día 16 de noviembre. Este día mundial se organizó por primera vez en 2019 para reivindicar la dignidad de vivir en un pueblo, que durante mucho tiempo ha sido tratado con condescendencia o como territorios atrasados poblados por la figura del cateto de pueblo.
Lamentablemente, este año las restricciones de movilidad por el coronavirus imposibilitaron organizar un evento presencial. Estas restricciones impuestas desde los distintos gobiernos autonómicos, y de nuevo con escasa sensibilidad hacia el medio rural, en especial aquellas poblaciones situadas en comarcas fronterizas donde el espacio de vida habitual desborda por completo el límite provincial, han supuesto y suponen un importante quebradero de cabeza de muchos habitantes, aun en municipios donde apenas hay contagios o donde la densidad de población es ínfima. Después de un debate interno y de contactar con los organizadores del evento se decidió celebrar el día del orgullo rural en las redes a través de una serie de videos grabados por los propios miembros de Recartografías, videos que podéis desde nuestras redes sociales.
Recartografías celebrará el próximo domingo 20 de septiembre el día europeo de las comunidades sostenibles abriendo el Museo de las Masías y de la Memoria rural. Durante la mañana realizaremos visitas guiadas al museo y al barrio de Mas Blanco, parte del cual gestiona Recartografías…
Como algunos de los participantes en la II Universidad de Verano de Recartografías se quedaron con ganas de más tras el campamento, desde la asociación organizamos un minicampamento del 23 al 26 de agosto, pocas semanas después del curso de verano. El objetivo de este…
Aquesta segona edició va reunir un grup reduït de 20 persones.
Recartografías ha celebrat amb èxit de públic el II Curs d’estiu de la Universitat Lliure de les Masies entre el 6 i 9 d’agost. Aquesta és la segona edició després de la I Universitat d’estiu celebrada en 2019. El títol del curs va ser enguany «El medi rural com a oportunitat front a crisis sanitàries i emergències climàtiques». No van ser poques les dificultats i problemes per a poder organitzar un curs d’aquestes característiques. En un context de pandèmia i d’augment continuat dels casos de contagi pel coronavirus, va ser tot un desafiament programar aquesta activitat. Fins i tot pocs dies abans de començar el curs s’especulava amb la idea d’un nou confinament, idea que encara continua davant la gravetat de la situació.
El coronavirus va obligar a fer canvis substancials en el curs: treball en grups reduïts, distància social, mascareta en espais tancats i hidrogel a totes les instal·lacions. Malgrat tot, els 20 assistents al curs pogueren gaudir de quatre dies de curs en els quals es va debatre sobre despoblació i medi rural, canvi climàtic, comunitats sostenibles, autogestió, entre d’altres temes. Com ja és habitual a les activitats que organitzem a Recartografías, el curs va incloure diversos tallers pràctics: bioconstrucció, fusteria, recursos naturals i tallers domèstics.
Primer dia de la II Universitat d’Estiu
El taller de bioconstrucció va consistir en una introducció al món de la bioconstrucció amb un taller pràctic consistent en construir un terra fet ab materials naturals dins del corral de Leonila, cedit en 2020 a l’associació Recartografias en règim de custòdia del territori. L’activitat sobre fusteria va contemplar diferents activitats, com ara encordar cadires, restauració de mobiliari i tasques de pintura i acabat. El taller de recursos naturals va consistir en un passeig pels voltants de Mas Blanco per tal de reconèixer espècies botàniques d’interès, arbres monumentals, pastures i camps abandonats i altres recursos naturals que es podrien tornar a explotar de manera sostenible. Per últim el taller domèstic es va centrar en l’elaboració de sabons amb una explicació teòrica i una demostració.
Presentant les conclusions del taller sobre Economia del bé comúDebatint sobre el futur del medi ruralSopant a la piscina de San AgustínSopant a la piscina de San Agustín
A banda d’aquests tallers, també durant la II Universitat d’Estiu es van realitzar dues excursions: «Mites i llegendes de San Agustín» a l’entorn del barri de Los Mases, i un senderisme pels voltants del riu Millars, en el qual es visitaren diferents masades, barris i aldees que han estat repoblades amb neorurals. La novetat 2020 va ser la presentació de «La Masovera», una xicoteta obra de teatre escrita i dirigida per membres de Recartografías i protagonitzada pels propis assistents al curs.
Representació de l’obra de teatreUna de les presentacions en grup
Van ser quatre dies de convivència a Mas Blanco en acampada, realitzant tallers, xerrades, debats i excursions en un context de crisi sanitària. Uns dies per a gaudir de la natura, socialitzar i desconnectar un poc de les tragèdies que ens ha portat 2020 en un marc natural incomparable com és el barri de Mas Blanco. Al llarg d’aquestes jornades es va mostrar com la vida en el medi rural, en especial per a persones joves amb un projecte de vida encara per decidir, pot ser una opció interessat per a tota persona que desitge encaminar-se cap a una transició socio-ecològica.
Desde el fin de semana de principios de marzo, que estuvimos haciendo trabajo de campo en Mas Blanco, aún no habíamos vuelto. Porque llegó la sorpresa de un largo confinamiento y, como a todas y todos, se nos paralizó lo que hasta entonces teníamos entre…
PRECIO: 70 euros FECHA LÍMITE: 12 de julio de 2020 La Asociación Recartografías pone en marcha en el verano de 2020 un curso dirigido a cualquier persona interesada en el medio rural titulado: «El medio rural como oportunidad frente a crisis sanitarias y emergencias climáticas».…
La crisis de la COVID-19 ha causado disrupciones en las cadenas alimentarias de todo el mundo, afectando tanto al suministro como a la demanda. Según ha reconocido la FAO, si la pandemia se prolonga se producirán mayores interrupciones en el suministro de alimentos a lo largo de los meses de abril y mayo.
A diferencia de lo ocurrido en otras situaciones de crisis, no se
trata de un problema de escasez en la producción. Los desajustes en la
cadena alimentaria se están produciendo como resultado de la combinación
de tres tipos de acaparamiento y de las restricciones impuestas por el
confinamiento.
Los tres tipos de acaparamiento
El primer tipo de acaparamiento ha sido protagonizado por la
ciudadanía. Las compras compulsivas motivadas por el pánico colectivo
nos hicieron ver imágenes de pasillos vacíos y falta de ciertos
alimentos en los supermercados.
La segunda modalidad de acaparamiento ha pasado más desapercibida.
Las grandes cadenas de supermercados han especulado con productos
básicos como las hortalizas, haciendo subir los precios en los mercados
de abasto en detrimento del pequeño y mediano comercio y perjudicando al
conjunto de la sociedad.
El diario El Salto
ha desvelado cómo, en previsión ante la posible declaración del estado
de alarma y las consiguientes medidas de confinamiento, las grandes
superficies empezaron a almacenar en cámaras grandes cantidades de
verduras. Obligaron así al pequeño comercio, desprovisto de capacidad de
almacenamiento, a comprar y vender a un precio mayor. Como resultado,
en Mercamadrid –el mercado de abastos más grande de España– el precio de
una hortaliza como el calabacín se ha incrementado en un 273 % desde la
declaración del estado de alarma.
En tercer lugar, el acaparamiento alimentario está siendo alentado desde instancias gubernamentales. Algunos países están frenando sus exportaciones
para proteger la cadena alimentaria nacional ante el temor por un
posible desabastecimiento. Kazajistán ha restringido la exportación de
harina de trigo, azúcar y algunas hortalizas. Serbia ha bloqueado la
venta exterior de productos como el aceite de girasol. Vietnam ha
prohibido la firma de nuevos contratos de exportación de arroz.
Efectos en el sistema agroalimentario
Las medidas relacionadas con el cierre de fronteras y las
limitaciones impuestas al movimiento de personas podrían ocasionar
serios problemas en la logística y distribución de alimentos en caso de
continuar prolongándose en el tiempo.
La COVID-19 no es solo una crisis sanitaria; es una crisis multisectorial, que evidencia las limitaciones y riesgos del modelo capitalista
y de la cultura del consumismo exacerbado. La pandemia y las medidas
adoptadas para contenerla ponen en jaque los patrones dominantes de
consumo alimentario, organizado según las reglas de la globalización
neoliberal.
La expansión de la COVID-19 nos muestra la vulnerabilidad e
inestabilidad del sistema agroalimentario europeo, dependiente en buena
medida de las importaciones, del mercado exterior, de las grandes
industrias agroalimentarias y de la mano de obra extranjera.
Todos estos factores se han visto afectados por las restricciones al
transporte y por la cuarentena, y tendrán con toda probabilidad un
impacto negativo en nuestra seguridad alimentaria en los próximos meses.
Productos de proximidad
Anticiparnos a las consecuencias de la pandemia nos obliga a
interrogarnos sobre la sostenibilidad ecológica, social y económica del
sistema alimentario y a reforzar medidas que impulsen la transición
hacia modelos de producción, distribución y consumo alternativos.
En el actual contexto, una de las principales soluciones debe
centrarse en fomentar la producción y el consumo local. Es una forma de
disminuir el riesgo de interrupciones en la cadena agroalimentaria y
reducir la inseguridad ocasionada por la COVID-19.
Además, la producción y el consumo de proximidad generan importantes
beneficios para la economía local y el pequeño y mediano comercio, muy
perjudicados por la crisis. Igualmente, favorecen la vitalidad del medio rural y nos permiten sustituir la presencia de petroalimentos
en nuestras dietas por la de productos de kilómetro 0. De este modo
podemos reducir la emisión de gases de efecto invernadero causantes del
cambio climático.
Las repercusiones sociales del coronavirus se están dejando ver
también en el ámbito del derecho a la alimentación y la justicia
alimentaria. La configuración del sistema alimentario y el acceso a la
alimentación están marcados por cuestiones de raza, clase, género,
nacionalidad y procedencia étnica.
Tomarse en serio la justicia alimentaria implica garantizar la
equidad en todos los eslabones de la cadena alimentaria, desde la
producción al consumo, pasando por la transformación, la distribución y
la comercialización.
La COVID-19 visibiliza y magnifica las desigualdades sociales. Sus
efectos alcanzan de forma especialmente dramática a las personas en
riesgo de exclusión y a los hogares más vulnerables.
Por eso, son necesarios programas sociales para evitar que las medidas
adoptadas para frenar la pandemia golpeen con mayor fuerza a los
colectivos más vulnerables, garantizando el acceso a la alimentación de
todas las personas.
Se dice que las enfermedades contagiosas no entienden de clases y
grupos sociales. Pero, como advierte el geógrafo británico David Harvey,
esta afirmación queda hoy en entredicho por las discriminaciones que
filtran los impactos económicos y sociales de la COVID-19, una pandemia de clase, género y raza.
Como señala Harvey, la clase trabajadora debe elegir entre el peligro
de infectarse a causa de prestar los cuidados socialmente necesarios,
como la provisión de alimentos y la atención a personas dependientes, y
la pérdida de empleo y medios económicos de subsistencia. Mientras
tanto, unas pocas personas privilegiadas podemos teletrabajar,
conservando nuestro empleo y salario.
La crisis del coronavirus evidencia cuál es el trabajo indispensable
para el mantenimiento de la vida y muy especialmente el papel
fundamental que desempeña el sector agroalimentario.
Impulsar la producción y el consumo local en la coyuntura actual
exige defender la soberanía alimentaria como objetivo social prioritario
y apostar por la producción agroecológica, más territorializada y de
menor impacto ambiental. Ello supone adoptar estrategias para apoyar a
los pequeños y medianos productores y productoras, incluyendo medidas
económicas y fiscales que les permitan continuar la producción, como
subvenciones o la exención del pago de la cuota de autónomos para
pequeñas empresas productoras.
Alimentos de producción sostenible.
Helena Olcina, CC BY-ND
Medidas para evitar peores consecuencias
La Coordinadora Europea Vía Campesina
alerta de que la crisis de la COVID-19 está impidiendo a muchas
personas y empresas productoras de alimentos acceder a los mercados
necesarios para la distribución de sus productos. Algunas causas son el
cierre de comedores y restaurantes, las restricciones a la venta directa
y la clausura de mercados.
Para evitar ulteriores perjuicios, deben garantizarse las siguientes medidas:
La apertura de las rutas que posibilitan el suministro alimentario.
El normal funcionamiento de los servicios de transporte.
La movilidad de personas no solamente a los supermercados, sino a todos los lugares donde se distribuyen alimentos.
El continuo funcionamiento de todos los canales de venta de
productos alimentarios, incluyendo los mercados. Especialmente los
mercados no sedentarios al aire libre –clausurados errónea e
injustamente por motivos higiénico-sanitarios, como denuncia la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos–, pero también otros puntos de venta directa, como la venta a pie de finca.
También es fundamental que las administraciones públicas impulsen la
producción local mediante la compra pública de alimentos destinados a
hospitales, comedores sociales y centros de personas mayores. Estas y otras medidas
han sido trasladadas al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
por organizaciones y colectivos del país. El objetivo es paliar los
impactos de la COVID-19 en la producción agroecológica y a pequeña
escala.
Se trata, en definitiva, de implementar soluciones que permitan a los
agricultores y a las agricultoras vender sus productos y evitar el desperdicio alimentario, mientras apostamos por el consumo agroecológico de proximidad.
Ya se han puesto en marcha algunas soluciones creativas en este sentido, como la iniciativa del Comité de Agricultura Ecológica valenciano de iniciar un mercado ecológico para la venta online
a través de su web. De este modo, la ciudadanía puede acceder a los
productos ecológicos a pesar del cierre de mercados locales y otros
espacios de venta de proximidad.
Frente a la apatía provocada por el temor y la incertidumbre, y ante
las restricciones a la movilidad que nos impone el confinamiento,
tenemos la opción de promover una ciudadanía ecológica. Podemos defender
la transición agroalimentaria a través de nuestros actos de consumo,
ahora también desde casa.
Article d’Anna Adrià, publicat a La Directa La població de diversos pobles dels Països Catalans denuncia que les mesures impulsades pel govern espanyol per fer front a la pandèmia s’han adoptat des d’una mirada urbanocentrista, sense tenir en compte el futur dels principals motors econòmics…